Mi sobrina tiene 5 años, está aprendiendo a leer y a escribir, y conoce algunas palabras en inglés, francés y hasta en ruso. También sabe buscar tutoriales en YouTube, le pregunta a Siri sobre el clima y a la asistente de Google sobre los significados de algunos nombres.

No está habituada a Facebook, pero sí le gusta Instagram y le encanta enviar emojis, gifs y stickers por WhatsApp. Su afición, en esta etapa de su vida, es la cocina y quiere tener un canal de YouTube para subir tutoriales de cómo preparar pasteles, lasaña y pizza. Ella no tiene un smartphone, pero sabe desbloquear el teléfono de su abuela, también sabe cómo colocar YouTube en el smart tv y sabe usar la tablet de su mamá. Un día mientras ella estaba viendo videos de Peppa, el algoritmo de YouTube le sugirió un nuevo episodio que no era del canal oficial de la serie, pero se veía muy similar, tenía todos los personajes y la escenografía; sin embargo, el contenido era sexualizado y abusivo, escondido detrás de la fachada de Peppa la cerdita.

Esta situación es sumamente inquietante y estoy segura de que muchas familias han pasado por situaciones similares. Hoy en día, El uso de las redes sociales ya es habitual para muchos, incluso para algunos se ha convertido en la ventana que les ha permitido abrirse al mundo; la presencia en línea es casi una razón de existencia, no tener un perfil en alguna red social o un canal en YouTube ya resulta una rareza. Es difícil imaginar hoy en día un mundo sin dispositivos digitales, sobre todo para personas como mi sobrina, quien es parte de una generación que nació con WiFi incorporado.

El gran reto que se nos presenta en esta era tan digitalizada, es el hecho de que la tecnología también puede ser usada de forma incorrecta, y el no estar conscientes de cuánta información exponemos en internet, nos hace vulnerables ante aquellos que tienen malas intenciones, en especial los niños, quienes quedan expuestos a contenido perturbador y dañino.

Limitar el uso de las redes sociales o los dispositivos tecnológicos es complejo en esta época, donde la gran mayoría de las cosas las puedes hacer en línea. Dada esta premisa, ¿cómo hacer entender a los niños que existen riesgos al estar en línea y que es necesario hacer uso responsable de internet? Lo ideal es partir por crear conciencia sobre el uso seguro de internet y estar atentos a las cuentas y perfiles que seguimos, ya que el anonimato representa uno de los mayores riesgos de internet y no sabemos quién está detrás de la pantalla y mucho menos conocemos sus intenciones. Para no quedar vulnerables, es ideal seguir algunas pautas de seguridad como las siguientes:

  • No publicar información personal que pueda ser identificable (como dirección, fecha de nacimiento, número de teléfono, escuela).
  • Usar contraseñas seguras y un doble factor de autenticación y cambiarlas regularmente.
  • Verificar la fuente de información de tus correos entrantes y no hacer clic en ningún enlace o archivo adjunto que resulte sospechoso (para así evitar ser víctimas de ataques de Phishing).
  • Ajusta las opciones de privacidad de las redes sociales para elegir quién puede ver tus publicaciones.
  • Comprobar la veracidad y confiabilidad de las aplicaciones que se utilizan, verificando sus políticas de privacidad y analizando si para su uso te solicitan acceso a algunos de tus perfiles (Facebook, Gmail, otros.)

El uso seguro y positivo de la tecnología es una tarea de cada uno de nosotros, así como crear un entorno de navegación más seguro para los niños.

Por Yosmarlys Espinoza, Subgerente de Infraestructura TI de Colegium.

Comentarios

comentarios

Compartir