EMPRESAS: ¿PUEDEN SALIR FORTALECIDAS CON ESTA CRISIS?

La situación que vive el país es por lejos el escenario más complejo que han enfrentado las distintas industrias nacionales en su historia reciente. Muchas, sobre todo pymes, no sobrevivirán a este doble embate; otras sacarán más fuerza que nunca para mantenerse.
¿Qué ocurrirá con aquellas que sí lo hagan?, ¿Es posible que salgan fortalecidas?. Desde el punto de vista de la productividad, la respuesta es sí. Aquella famosa frase de Friedrich Nietzsche, “Lo que no te mata, te hace más fuerte”, podría hacerse realidad en las actuales circunstancias, siempre y cuando las empresas tengan la capacidad de capturar y sistematizar la experiencia adquirida, incorporando ese conocimiento para mejorar y simplificar sus procesos actuales, logrando ser aún más competitivas cuando pase esta “tormenta perfecta”, tal como la Ministra de Nueva Zelanda, Helen Clark, denominó la situación que enfrenta Chile.
Hoy no es tiempo de bajar los brazos, sino de ir aprendiendo de estos procesos cambiantes, capturando la valiosa información de estas nuevas dinámicas internas, para que próximamente, al retornar a una nueva normalidad, puedan partir de nuevo con toda la experiencia ya adquirida y sigan siendo productivas, como lo están siendo paradójicamente hoy.
Puede ser políticamente incorrecto decirlo, pero la productividad en Chile, que bajará a nivel agregado, va a subir en ciertas industrias que van a seguir operando, como las fabriles, productivas y de servicios asociados a la emergencia. Así ocurrió en octubre: la productividad subió en muchas empresas, las que debieron aprovechar al máximo la “hora/hombre” y centrarse en lo esencial, pero que -pasado el shock- no fueron capaces de sistematizar el proceso.
Es importante que las industrias que repunten ahora analicen el cómo sistematizar esta ganancia en productividad. Hoy están dejando de hacer labores “menos esenciales” que realizaban todos los días de forma natural, y cuando termine esta crisis, es probable que vuelvan a las mismas mecánicas y prácticas de antes, donde la productividad va a bajar a los ritmos anteriores a este escenario, si no son capaces de capitalizar este aprendizaje.
Porque cuando toda la organización se alinea frente a una causa, como es hoy el covid-19, se produce una mejora espontánea de la productividad. Con la metodología adecuada, esa experiencia se puede recoger y sistematizar dentro de la operación, logrando un cambio cultural que se mantendrá en el tiempo.
El más evidente impulso a la productividad está dado por el teletrabajo, que permite ahorrar en tiempos de desplazamiento y evitar las distracciones propias del ambiente laboral, cuando se logra aplicar y manejar en forma correcta. No obstante, este sistema es válido sólo para un porcentaje menor de la fuerza laboral, y en especial para niveles ejecutivos o administrativos, porque las posiciones fabriles, de la cadena logística, de salud, de servicios básicos o de seguridad, requieren desplazarse hasta el lugar de trabajo para seguir operando.
Sin embargo, la “cuarentena”, que obliga a que muchas industrias disminuyan su intensidad y que mantiene en sus hogares a parte importante de sus empleados, no es posible para todos. La cadena necesaria para el abastecimiento básico debe seguir funcionando, y para que ello ocurra, los trabajadores de la cadena productiva, industrial, logística y quienes realizan funciones de última milla, no pueden dejar de realizar sus tareas.
Frente a ello, esta flexibilización laboral obligada es una experiencia que puede simplemente diluirse o ser transformada por los ejecutivos en aprendizaje para mejorar la productividad de sus empresas. He ahí la responsabilidad del líder, la de saber guiar a los equipos de trabajo para sistematizar aquellos procesos que los hicieron más productivos en situaciones de crisis.
La respuesta no es única y es claramente multidimensional, sin embargo sabemos que un pilar relevante debe ser tener la capacidad de enfocarse en lo esencial y reconocer lo que es accesorio. En definitiva, lo que hoy es una necesidad para sobrevivir a este desafío del coronavirus, puede ser a la larga la clave para superar aquel mal crónico de la baja productividad, que hoy es casi un distintivo nacional versus nuestros países modelos.