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¿Cómo conviven el éxito y suerte?

Tadashi Takaoka Caqueo, gerente general Socialab Chile

Este 2020 leí caleta y sorprendentemente descubrí que hay un patrón que se repite mucho en psicología, economía e innovación: La suerte.

Hay una especie de convergencia en que la gente muy exitosa cuenta una historia épica y consistente, pero que gran parte de eso es suerte.

¿Significa esto un menosprecio al esfuerzo personal y a la gente exitosa? Para nada. Creo que tienen mérito también, pero mentalmente este año me trajo varios aprendizajes que me gustaría compartir porque personalmente me han dado mucha paz mental.

 

  1. La suerte por sí sola no basta. Si te llega una ola buena y no entrenaste para surfear, te fuiste a la cresta. Nada que hacer. Lo mismo pasa con emprender/trabajar/autodesafíos: Trabajo duro puede terminar en un mal resultado, pero en más experiencia. Pero éxito es trabajo duro + suerte. No tener éxito no es igual a fracaso. Aparte que la vida no se acaba este año y no implica que no tendremos un potencial éxito en el futuro.
  2. Vamos a vivir en promedio 100 años yo cacho, así que si vas en los 50, recién vas en la mitad. Ahora, no da lo mismo como llegar. 10 años activo hacen la diferencia para esperar esa “suerte”. Por eso, comer sano, estudiar, meditar y ejercitarse parecen una buena apuesta para atraer la suerte.
  3. Comparar caminos es imposible. Es tanta la influencia de la suerte que los méritos del otro no son juicios de tu mérito. Que al otro le vaya mejor no implica que fuiste más flojo/tonto/penca. Calma con el autoflajelo.
  4. Hay que aprender la diferencia entre culpa y responsabilidad. La tomamos como sinónimo, pero es distinto. Si algún familiar murió de Covid este año o no pudiste cumplir tus planes, no es tu culpa, pero es responsabilidad tuya qué haces con la “suerte” que te tocó. Te tires al piso o lo afrontes con madurez es una decisión personal. Tenemos control sobre tan poco que solo nos queda controlar lo poco que está en nuestra mente y cuerpo (de nuevo la recomendación de comer sano, estudiar, meditar y hacer ejercicio). El resto, a la suerte.
  5. Aceptar la suerte es aceptarse uno mismo también. Saber en qué estado partes con lo que te tocó. Pero aceptación es distinto de sumisión. Partir en un lado no significa quedarse ahí. Este año aprendí que soy mejor estudiante y lector de lo que esperaba. Pero también aprendí que por mucho que hice ejercicio 4 veces a la semana sagradamente, llegué a una meseta donde no soy una máquina, sino que una persona levemente mejor a la normal. Nada más, a pesar de todo el sacrificio. Y está bien. Hay caminos que nos mostrarán que no somos tan capos como pensábamos, y da paja al principio, pero es un ejercicio mental importante: La aceptación te hace más fuerte.
  6. Finalmente, al igual que en el casino, mientras más veces apuestes, más posibilidades de ganar. Reconocer que la vida tiene una fuerte componente probabilística no significa rendirse a la suerte. Significa intensificar la profundidad con la que uno aprende (por si tengo la suerte de descubrir algo relevante), conocer a más personas (por si tengo la suerte de cruzarme con alguien bacán), cuidarme (por si tengo la suerte de estar sano más tiempo) y pasar tiempo de calidad con mi familia (por si tengo la suerte de ser feliz).

Así que si este 2020 tuviste mala suerte, nada de que asustarse. Probabilísticamente no puedes tener siempre mala suerte (así como no puedes tener buena suerte siempre tampoco). Abandónate a la suerte y aférrate a tu esfuerzo. Estarás bien.

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